martes, noviembre 29, 2016

De ser confiable a un equipo predecible

Si se puede establecer un punto de inflexión en la campaña de San Lorenzo es la derrota ante Estudiantes, ya que en la campaña del equipo de Diego Aguirre hay bien marcado un antes y un después de ese partido disputado en el Nuevo Gasómetro.

Antes de perder el invicto ante el Pincha, con el equipo fresco físicamente e iluminado por la racha goleadora de Nico Blandi, el Ciclón jugó catorce partidos de los cuales ganó once, empató dos y perdió tan solo uno, con 31 goles a favor (a razón de 2,21 de promedio) y 13 en contra (0,92 por partido).

Pero desde la caída ante el actual líder del campeonato incluida, San Lorenzo mermó notoriamente su rendimiento pagando ese bajón con la eliminación de la Copa Argentina y de la Sudamericana, ya que de los nueve encuentros disputados ganó solamente dos, empató cuatro y perdió tres, anotando 11 tantos (1,22 de media) y recibiendo la misma cantidad en contra.

Es decir que por la sequía que se apoderó de su artillero (hace justamente nueve partidos que Blandi no le ve la cara a Dios), por el desgaste acumulado a causa de la seguidilla de partidos al tener que atender los tres frentes o por algunas decisiones tácticas mal tomadas por el DT charrúa, San Lorenzo dejó de ser aquel equipo que a principios de temporada iba al frente en todas las canchas y superaba ampliamente a sus adversarios.

De esa manera, el Ciclón comenzó a soplar cada vez menos y eso llevó a sus jugadores a perder confiabilidad hasta tornarse en un equipo predecible y carente de variantes, dependiendo más que nada de apariciones individuales como, por ejemplo, las de Fernando Belluschi para tratar de potenciar al resto.

En deuda con sus objetivos, a San Lorenzo únicamente le resta llegar a fin de año recomponiendo su imagen para poder encarar el que viene con ilusiones renovadas.