martes, enero 05, 2021

Responsabilidades compartidas de un gran fracaso

La derrota del lunes contra Gimnasia, que nos dejó sin chances de clasificar a la final de la Copa Diego Maradona, a falta de una fecha, no fue de casualidad. Más bien fue producto del desenlace final de una concatenación de errores, decisiones mal tomadas y de la ausencia de determinadas aptitudes que desembocó en un resultado adverso, indeseado pero previsible, que terminó coronando uno de los fracasos más rotundos de la dirigencia, del equipo y del cuerpo técnico azulgrana de los últimos tiempos.

De la dirigencia porque decidió contratar a un entrenador inexperiente, como Mariano Soso, dueño de una dialéctica muy particular y florida pero sin los pergaminos suficientes que lo avalen para ponerse el buzo de DT de uno de los equipos más grandes del fútbol argentino. Claro ejemplo de que las innovaciones no siempre tienen un final feliz. Pero también porque, en conjunto con la Secretaría Técnica, armó mal el plantel.

Así, con la llegada de los refuerzos que no fueron tales (Franco Di Santo, Jonathan Herrera e Ignacio Piatti más la continuidad de Diego Rodríguez a pedido de Soso) en San Lorenzo pospusieron el desarrollo de varios jugadores juveniles que vienen pidiendo pista desde abajo, pese a que en Boedo suponíamos que este era el tiempo oportuno de darle vuelo al Proyecto Juveniles, y que apenas tuvieron posibilidades esporádicas de jugar

De los futbolistas porque escasamente mostraron rebeldía, ambición o compromiso, cuando hacían falta esas aptitudes a fin de superar la ausencia de juego colectivo expuesta por el equipo a lo largo de casi toda esta Copa, exceptuando ciertos pasajes de la misma merced a algunas apariciones individuales. Otro llamado de atención dentro del vestuario azulgrana, en el que faltan referentes con sentido de pertenencia hacia el club, fue la gran cantidad de contagios de coronavirus que indirectamente diezmaron el potencial del equipo.

Y del cuerpo técnico más que nada porque nunca consiguió imprimirle al equipo un estilo de juego propio, ni darle un buen estado físico a los jugadores. Porque Soso decidió cambiar sobre la marcha dejando afuera a los juveniles que venían rindiendo bien, exceptuando a Federico Gattoni, para darles cabida a los experimentados que no estuvieron a la altura. Porque en casi todos los partidos (menos ante Atlético Tucumán) metió los cambios a destiempo o no los hizo. Lógicamente, con tantos errores compartidos era muy difícil que la historia terminara bien para San Lorenzo.