jueves, julio 25, 2019

Entre las buenas intenciones y la falta de elaboración

Con un equipo renovado y con Juan Antonio Pizzi iniciando su segundo ciclo como entrenador, San Lorenzo arrancó los octavos de final de la Copa Libertadores mostrando algunas puntas interesantes de todo lo que pretende el actual DT, aunque sin terminar de redondearlas conceptualmente. Ya sea por falta de tiempo o de rodaje, el Ciclón por momentos quedó estancado entre las buenas intenciones y la poca elaboración ante un rival, como Cerro Porteño, que lució firme en defensa.

Entre los aspectos positivos del equipo, que desea dejar en el olvido las reminiscencias futboleras de Jorge Almirón, sobresalió la sana pretensión de querer jugar la pelota más para adelante. De avanzar ocupando espacios, de abrir la cancha para después terminar las jugadas por adentro. En ese sentido, al equipo sólo le faltó acertar más a menudo el último pase, para dejar a los atacantes en posiciones de gol claras.

Pero a medida que pasen los partidos, la esperanza de los cuervos es que el juego colectivo azulgrana se vaya aceitando. Que gane en frescura. Y así, deberían abrírsele al equipo de Pizzi los caminos al arco rival. Ayer, hubo intentos por afuera con las subidas de Víctor Salazar y Bruno Pitttón o con los desbordes más o menos efectivos de Ezequiel Cerutti y Héctor Fértoli. O, por adentro, proponiendo juego interno con Lucas Menossi y Fernando Belluschi.

Todo eso hasta el perímetro del área grande, adonde las ideas y la ausencia de cambio de ritmo empezaron a faltar como para poder vulnerar la seguridad y el orden defensivo del equipo paraguayo. Sin embargo, San Lorenzo ya mostró un cambio de actitud que, al menos, hace ilusionar a sus hinchas con un futuro mejor.