El primer tiempo fue chato, con un juego aburrido y previsible. Con San Lorenzo asumiendo la responsabilidad de protagonizar el partido, sí. Aunque sin poder superar su propia impotencia. Mientras Huracán, sin ambiciones, se dedicó acortar los posibles circuitos de juego de su rival. Y así San Lorenzo se quedó sin ideas.
El Ciclón buscó hacer ancha la cancha y atacar por afuera con el intermitente Juan Camilo Salazar y Marcelo Herrera por la derecha y con Damián Pérez y Nahuel Barrios por el otro sector. Pero sin eficacia, ya que los centros nunca encontraron la cabeza se un compañero para que defina en posición de gol.
El Globo fue tan amarrete en ofensiva que en los primeros cuenta y cinco minutos nunca pateó al arco. En tanto que las pocas aproximaciones de San Lorenzo, tampoco convellevaron demasiado peligro para Fernando Pellegrino.
En el complemento, dentro de iguales lineamientos, San Lorenzo siguió exhibiendo las mismas carencias en el trato de la pelota al no acertar tres pases seguidos. Mucha posesión y poca determinación para encarar hacia el arco de enfrente.
Para colmo, una vez que Huracán se quedo con uno menos, por la correcta expulsión de Lucas Merolla, los jugadores de Almirón cayeron presa de la desesperación al ver que pasaban los minutos y no encontraban ese pase hacia adelante que necesitaron durante todo el partido. Y que jamás encontraron.
En cambio, el Globo cerró filas, dejo venir a San Lorenzo para recuperar la pelota y salir rápido a espaldas de los volantes, con el fin de aprovechar el desorden azulgrana. De esa forma, los quemeros tuvieron tres chances claras para ponerse en ventaja con las cuales, pese a tomar tantos recaudos, estuvo a dos tapadas de Fernando Monetti y un remate apenitas desviado de ganar el partido.
En definitiva, el empate final dejó abierta la serie para que se defina en la revancha a jugarse en el viernes en Parque Patricios.