miércoles, diciembre 27, 2017

Buffarini abrió una herida que no cicatrizará fácil

La llegada de Julio Buffarini a Boca causó una profunda indignación en aquellos sanlorencistas que lo tenían como ídolo. Olvidándose, inmediatamente, de todo lo que hizo para arribar al Ciclón en épocas difíciles de evitar el descenso de categoría, inclusive poniendo plata de su bolsillo para que Ferro lo dejara ir, y de todo lo que hizo luciendo la casaca azulgrana con la cual salió campeón del torneo Inicial 2013, de la Copa Libertadores 2014 y de la Supercopa Argentina 2015.

Pero el sentimiento del hincha es así. No sabe perdonar el doble camiseteo y en eso, al cordobés le caben las generales de la ley. Como en su momento les sucedió a José Sanfilippo, Blas Giunta, Diego Rivero, Agustín Orión y Walter Ervitti, entre otros. Y mucho más después de haber declarado que a su vuelta al fútbol argentino “en el único equipo que jugaría es en San Lorenzo”.

Tanta bronca generó la decisión del ex ídolo de seguir su carrera en el club xeneize entre esos sanlorencistas que, incluso, algún cuervo despechado lo calificó de “Traidor” a través de un graffiti escrito sobre el mural que el Grupo Artístico de Boedo le dedicó a Buffa en una pared del barrio de Boedo, en la calle Zelarrayán.

No obstante, más allá del dolor y la bronca de los buffarinistas, lo concreto es que la dirigencia de San Lorenzo entiende que el Pampa Biaggio tiene ese puesto bien cubierto y que por ese motivo, el dinero para refuerzos debe ser utilizado en cubrir otros lugares de la cancha.

El 4 de febrero del año que viene Boca visitará a San Lorenzo, por la 14ta. fecha de la Superliga, y ahí se develarán las dudas de como recibirán a Julio Buffarini en el Nuevo Gasómetro. Si podrá más el resentimiento por la decisión de irse a jugar a Boca o el agradecimiento por la entrega que tuvo durante los noventa minutos de cada partido que disputó para el Ciclón.