Luego de los primeros días de entrenamiento y de la pretemporada realizada en Centroamérica, San Lorenzo debutó oficialmente bajo la batuta de Aguirre jugando por la Copa Argentina ante Unión de Sunchales y Douglas Haig a quienes si bien venció por un doble 3 a 1, lejos estuvo de mostrar un funcionamiento colectivo convincente.
Para peor los siguientes dos encuentros fueron derrota ante Banfield, por Copa Argentina, y empate con San Martín de San Juan, por el torneo de Primera, sin exhibir mejoras en su juego. Por entonces, las críticas arreciaban contra el flamante director técnico que sin perder la calma solo pedía que lo dejaran trabajar.
Y el tiempo le dio la razón porque después del primer parate sufrido por el campeonato a causa de las Eliminatorias, el Ciclón comenzó a soplar cada vez más fuerte. A medida que los jugadores fueron incorporando los conceptos emitidos por el DT, San Lorenzo inició simultáneamente el crecimiento en paralelo combinando resultados (lleva un invicto de diez fechas, con ocho triunfos y dos empates), confianza y caudal de juego.
Esos, precisamente, son los pilares en los que se sustenta el presente prometedor que vive San Lorenzo que además de ser el equipo sensación del fútbol argentino, ya se puede decir que adoptó la impronta de un entrenador que de a poco supo transmitirles a sus dirigidos la ideología futbolística que profesa, basada en la agresividad ofensiva y el buen trato del balón como premisas indispensables.