Es verdad que el equipo de Bauza fue mezquino. Es verdad que tuvo un planteo liviano más que ante el modesto Auckland (el conjunto neocelandés tiene a penas 9 profesionales en todo su plantel, y el resto trabajan en otros rubros). Es verdad que el nerviosismo le quitó piernas y sobre todo fútbol a San Lorenzo. Pero lo que nadie puede negar es que consiguió el objetivo de ser finalista por mérito propio y sin recibir ayuda externa.
Si hasta los mismos futbolistas de San Lorenzo y Bauza reconocieron que no se hizo un buen partido. Pero qué importa todo eso en este momento, deben pensar los 4 millones de cuervos que viven por el mundo. El Ciclón cumplió el objetivo principal, y el próximo sábado irá por la epopeya más importante de sus 106 años de existencia. ¿Podrá hacerla Real?
¿Qué si sufrió San Lorenzo con el modesto Auckland City? ¡Sí! A horrores. Prácticamente todo el partido. Pero el Ciclón, por ganas y oportunismo, ganó el partido que tenía que ganar. Y ahora, con la felicidad y la ilusión por las nubes, irá por la hazaña frente al Real para estar en el partido que soñaron todos: jugadores, Bauza y su cuerpo técnico, dirigentes e hinchas. El cruce del que se habló desde que San Lorenzo salió campeón de la Libertadores.
Y por supuesto que por la jerarquía del rival (Cristiano Ronaldo, Bale, James Rodríguez, Isco, Benzema, etc) y el escenario, será el desafío más difícil de toda su historia. Pero las ganas, el entusiasmo, el amor propio y el envión anímico que significa jugar la final con el Real Madrid pueden llevar al San Lorenzo de Bauza a la hazaña, a escribir el capítulo más glorioso de toda su vida.