-¿Qué diferencias encontrás entre la Buenos Aires de tu niñez, en los 60, y la de ahora?
-La gran diferencia la trajo la globalización y no solamente acá, sino en todo el mundo. Tenés marcas internacionales, tiendas y shoppings que se parecen en todos lados. Antes no existía. ¡No había supermercados! Y las marcas extranjeras que no estaban en el Microcentro, ahora sí. Me fui en el 70 y no volví hasta el 95, así que pasaron 25 años.
¿Y con qué te encontraste?
Volví solito, cuando ya había empezado a actuar y a juntar algo de dinero, compré un boleto y volé a través de Miami. Ya en el avión me sentí bien, era la primera vez que escuchaba tanto argentino en un mismo sitio. No dormí casi nada en ese vuelo y cuando llegué me fui caminando a ver si encontraba los lugares donde había jugado al fútbol o caminado. Alquilé un auto y me fui por Córdoba y subí a Chaco, donde también viví, cerca del río Bermejo y de la frontera con Formosa. Me gustó escuchar la radio por horas, hablar con la gente, me sentí en casa. Y desde el 95 la primera cosa que hago, al llegar del aeropuerto, es pasar por avenida La Plata e Inclán, lugar del Viejo Gasómetro.
-¿Viajás a Marruecos?
-¡Sí! Hasta hace poco pensaba que era imposible, pero ahora estoy convencido de que vamos a ganar. Cualquiera que sepa de fútbol pensaría que estoy loco. Creo que va a ser más difícil llegar a la final que la final en sí. Me desperté hace unos días pensando que íbamos a ganar y que es un partido. Obviamente todo el mundo piensa que el Real Madrid nos va a meter ocho...
-¿Qué jugador te gusta?
-El Pipi Romagnoli. El hincha Cuervo se identifica con él. Es humilde. Es de los pocos que traspasa rivalidades, hinchas de otros equipos lo respetan.
-¿Jugás al fútbol?
-Sí, de pibe jugaba acá, cuando nos fuimos, menos. En esa época, seguía mucho al equipo de Los Carasucias, en los 60. Recuerdo a un joven Bambino, al Loco Doval, al que admiraba mucho, al Manco Casa. Y después Los Matadores, que me impresionaron por ganar el campeonato en el 68 y por los personajes que había: el Lobo Fischer, un goleador eficaz y temible, el Sapo Villar, muy chiquito pero defendía mejor que nadie, el recién fallecido Oveja Telch. Eran increíbles.
