lunes, octubre 21, 2019

Pizzi pasó de la ilusión al desencanto en poco tiempo

A mitad de año, con el aval del título ganado en el campeonato Inicial 2013 como principal estandarte, Juan Antonio Pizzi regresó a San Lorenzo por la puerta grande y con la aprobación de la mayoría de los cuervos. De esa forma, el mal recuerdo de su desvinculación repentina, casi en plena vuelta olímpica para irse a dirigir al Valencia, quedaba perdonado.

Es que tras la rotunda decepción que significó la contratación de Jorge Almirón, el segundo desembarco de Pizzi en San Lorenzo despertaba una gran ilusión entre sus hinchas. Pero poco tiempo después no solo por los malos resultados sino también por algunas decisiones recurrentemente equivocadas, el santafesino comenzó a consumir demasiado rápido ese crédito. A tal punto que, incluso, el clima interno comenzó a serle adverso.

Sin embargo, las demandas del pueblo sanlorencista no se orientan hacia el director técnico nada más, porque también involucran a los integrantes del plantel y a la dirigencia. A la que le piden mayor acción en este momento de crisis futbolística en el cual la solución a misma, está tardando en aparecer.

Si bien con la eliminación en octavos de final de la Copa Libertadores esta historia no tuvo el comienzo deseado por los cuervos, de inmediato el equipo experimentó una mejora que lo catapultó a la primera ubicación de la Superliga. No obstante, después del primer parate del campeonato, devino la debacle con un solo triunfo y cuatro derrotas.

Esa racha negativa hizo rodar a San Lorenzo de la cima a la décima posición, quedando a cinco puntos de los líderes (Boca y Argentinos). Pero esa declinación no fue casualidad. Más bien pasaron cosas como la inoportuna venta de Marcos Senesi, el bajón individual de los jugadores base y los constantes desaciertos de Pizzi.

A causa de las elecciones nacionales, la Superliga ingresó en su tercer receso. Esta vez más corto, pero interrupción al fin. Por eso la pregunta es si Juan Antonio tendrá tiempo suficiente para dar el golpe de timón que necesita San Lorenzo o si prefiere insistir (morir) con la suya.